viernes, 26 de abril de 2013

Bioshock Infinite



"Bienvenido a Rapture". Seguramente esta frase les sonará a todos los que disfrutaron de uno de los mejores  shooters de la actual generación: Bioshock. Para mí fue toda una sorpresa cuando apareció ya que por aquel entonces no estaba tan bien informado sobre este mundillo y la primera noticia que tuve de la primera entrega de la saga fue una demo en el bazar de la Xbox 360. Cuando lo probé no podía creer lo que veía, esos gráficos no podían ser posibles. Pero no sólo fueron su magníficos gráficos los que le impulsaron a la cima, sino un argumento y unos personajes memorables como pocos. Y tiene un gran mérito que un juego en el que los personajes ni siquiera aparecen sino que te hablan a través de la radio sea famoso por el carisma de los mismos. En definitiva fue un grandioso juego y se esperaba con ansia su segunda parte aunque ésta no tuvo el éxito que debía siendo la continuación del gran Bioshock. Aunque no fue un mal juego ni mucho menos pero el listón estaba demasiado alto (personalmente disfruté la segunda parte tanto como la primera).


Cuando Bioshock Infinite se presentó a todos les extrañó su repentino cambio de estética. Ni ciudades sumergidas, ni espacios claustrofóbicos inundados, y lo que era más alarmante: ni rastro de los Big Daddys.
Estos últimos eran la seña de identidad de la saga, unos seres enormes embutidos en trajes de buzo con un taladro gigante en uno de sus brazos y una fuerza sobrehumana. Durante dos jugos nos habían hecho temer por nuestras vidas en cuanto oíamos sus lúgubres gemidos y sus pesadas y contundentes pisadas. Al igual que hizo Némesis en la famosa saga de Capcom, cada vez que un Big Daddy aparecía, o corrías o te preparabas para darlo todo en un tiroteo que podía acabar con todo tu arsenal. Ahora, en su lugar, se instauraron los Handdy Man, unos seres roboticos con enormes manos y una cara de hombre calvo inexpresiva. La verdad es que dan grima, hay que reconocerlo pero después de los Big Daddys, los Handdy Man tenían que hacerlo muy bien para instaurarse en nuestras mentes como lo hicieron los enormes buzos.


viernes, 12 de abril de 2013

God of War Ascension



Kratos se ha consolidado sin duda como uno de los personajes más queridos del mundo de los videojuegos tras su primera aventura de PS2. El iracundo guerrero espartano ha protagonizado toda una trilogía, más dos  aventuras portátiles en PSP y con todas ellas se ganó nuestra admiración pues presentaban la clásica estructura de un buen hack and slash aderezándolo con una escala gigantesca. Enemigos colosales, escenarios gigantes hacían que nos sintiéramos como una pulga ante el desarrollo de una aventura inolvidable. Cuando la segunda parte llegó parecía imposible que un juego de PS2 tuviese unas características técnicas semejantes que dejaban a la altura del betún a los primeros juegos de PS3.


Pero no fue hasta la tercera parte cuando descubrimos de lo que realmente eran capaces los programadores de Santa Mónica. Un Kratos casi humano nos deleitó con sus expresiones, sus movimientos y sus palizas brutales a los desgraciados enemigos que se cruzaban ante él. Era un auténtico placer avanzar por el inmenso cuerpo de Gaia mientras luchábamos contra los esbirros que intentaban frenar nuestros avances y, a la vez, el resto de titanes iban escalando el monte Olimpo a su ritmo. Todo era inmenso y se movía con una fluidez increíble. Una impresionante demostración de lo que PS3 era capaz de hacer.


Dragon Ball Budokai Tenkaichi 2



Si eres un fiel seguidor del famoso manga/anime de Toriyama, sabrás que los juegos representativos de la serie en la actual generación no han sido demasiado acertados. Ni por gráficos ni por desarrollo han sabido destacar y eso es alarmante ya que en el pasado sí supieron demostrarnos lo que es manejar a nuestro super guerrero favorito y vivir mil y un combate tal y como pasó antaño en la serie de animación. Puede que Raging Blast y Ultimate Tenkaichi tuviesen un nivel gráfico aceptable en cuanto a poligonia pero no reflejaban el colorido mundo de Goku debido al uso (para mi gusto inapropiado) de texturas casi realistas (sobre todo en Ultimate Tenkaichi) para los fondos y un aspecto gomoso, casi de plastelina para los personajes.


Pero como ya he dicho, en la antigua PS2 Goku nos maravilló a todos y consiguió hacer de su juego un referente al que cualquier fan de la serie ha dedicado horas y horas. Ya sea con la serie Budokai o con su sucesora, Tenkaichi o Sparking (como la conocen en Japón), tuvimos unos combates endiablados, rápidos y emocionantes. No bastaba con aporrear el botón de ataque para ganar y desde el primer momento era necesario aprender a teletransportarse, defenderse y ejecutar los poderosos ataques finales en el momento preciso ya que la CPU no iba a esperar a ser devastada por un Kamehame. Para todo el mundo la carrera videojueguil de DB alcanzó su cenit con la tercera entrega de la saga Tenkaichi y realmente no dudo que se trata de un grandioso juego, pero para mí, la segunda parte se sitúa algo por encima.